También me leí Invisible. Me costó más y no tiene canción, pero era una cuenta pendiente que fui saldando en los pocos minutos en los que mi mente se obsesionaba con algo que no debía.
Y esa obsesión todavía existe, pero mucho más leve, y menos mal.
Gracias Invisible, conseguiste que dejase de ver aquello que no debía.
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